Aquí tenéis el artículo original publicado el día 26 de febrero de 2021 en Berria : https://www.berria.eus/paperekoa/1999/005/002/2021-02-26/grebalariak-eta-manifestatzaileak.htm

“ 5 de febrero de 1919. Ocho trabajadores de la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro, La Canadiense, son despedidos tras quejarse de una rebaja salarial y acudir a CNT, sindicato en que algunos estaban afiliados. Lejos de callar y mirar hacia otro lado, sus compañeros se solidarizan con ellos e inician una huelga.

La huelga sigue siendo el instrumento que tienen los trabajadores para lograr mejoras laborales y conquistar nuevos derechos. En febrero de 2021 trabajadores de comedores y transporte escolar de Haurreskolak, de residencias privadas, de Tubacex ejercen su derecho de huelga; unos para que se cumpla la Ley, otros para luchar por sus puestos de trabajo.

En esa Barcelona de 1919 la solidaridad entre los trabajadores es patente. Comienzan a unirse a esta histórica huelga obreros de otras empresas y sectores. Un 70% de la industria barcelonesa para, demostrando la fuerza de la unión de la clase trabajadora.

Tanto entonces como ahora, cuando se constata la fuerza de la protesta social, comienza la criminalización de quien reivindica sus derechos. Siguiendo la estela de los mineros, profesores, jubilados, taxistas, huelguistas, manifestantes a favor del derecho a decidir y tantas y tantas personas que optaron por no callarse. Esta vez les tocó el turno a quienes salieron a la calle a defender el derecho a la libertad de expresión tras el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél.

En 1919 lo tenían claro. Trabajadores del sindicato de Artes Gráficas de CNT se niegan a imprimir información contraria a la huelga. El relato era, y sigue siendo, importante. La difusión de lo que hoy conocemos como postverdad, lo que antes era una simple mentira, tenía, y tiene, una finalidad clara.

El 1 de julio de 2015 nos trataron de tapar la boca con la Ley Mordaza, porque nuestras palabras podían tener mucha fuerza. Aún así, seguimos saliendo a la calle para defender no sólo nuestros derechos laborales sino también unos erosionados derechos civiles y políticos.

Si algo hemos aprendido es que para muchos los inexistentes derechos de los contenedores de basura están por encima de los de las personas; que reventar un ojo en una manifestación, sale barato; que los “disturbios” tienen mayor o menor belicosidad según quien convoque la manifestación; que el culpable de todo es el violento manifestante. ¡Qué poco hemos aprendido del “¡Qué soy compañero, coño!”!

En la Barcelona de 1919 se decretó el estado de guerra. Y comenzó la represión tras negarse los huelguistas a volver a su trabajo. Más de 3.000 trabajadores fueron encarcelados. Pero no cundió el miedo y los obreros siguieron luchando por la readmisión de sus compañeros, un aumento de salario, el compromiso de no represaliar a nadie y una jornada laboral de 8 horas.

Y Finalmente, tras 44 días de huelga, el 2 de abril de 1919 España se convierte en el primer país que se establece por Decreto una jornada laboral de 8 horas.

Gracias a los “violentos” obreros barceloneses fuimos pioneros. Ayer como hoy, y sin ningún tipo de sonrojo, los que criminalizan a huelguistas y manifestantes, disfrutarán de esas mejoras obtenidas. Mejoras y derechos que jamás se hubieran logrado si la gente se hubiera quedado en casa, repitiendo como papagallos esa postverdad tan necesaria para los poderosos.”